Momentos para recordar.

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Podemos volar.

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martes, 1 de mayo de 2012

~Capitulo 2-.



~Capitulo 2-.
Su padre apareció con su descapotable negro  y con una camisa color malva, iba muy arreglado para recoger a sus hijas. Entraron al coche y olía a colonia:
-Papa ¿Y esa colonia?¿Dónde vas tan arreglado?
-A por mis hijas favoritas –Justo en ese momento se giró y miró a las dos chicas atrapadas en una montaña de bolsas de ropa.- ¿Qué tal la tarde?
Arrancó el coche conforme iban hablando, era poco trayecto, pero demasiado para las bolsas y la pintura. 
- Perfecta, llevamos unas cuantas bolsas, la verdad, luego nos hemos parado en un Starbucks. Ha sido bastante buena la tarde.
-Y tú Sara ¿Te lo has pasado bien?
-Mucho. Necesitaba ya irme a comprar ropa y despejarme.
-Sí.. estos meses han sido muy duros.
En ese momento llegaron a la casa. Aún no me podía creer que viviera en una casa como esa. Es demasiado grande para ellos tres.
Al entrar en casa y llevar todas las bolsas a su habitación correspondiente,  bajaron a la cocina:
-Sabrina, ¿Puedes ir a comprar arroz?
- Em.. claro, Ahora vengo.
-Gracias, y no olvides las llaves.
-¡Si!-Gritó desde la puerta al compás que cogía las llaves, que casi olvida.-
Al salir aún estaba allí. Cerró la puerta y se dirigió a la casa, estaba nerviosa, ¿Qué pensará de mí?¿Le pareceré guapa? Seguro que ya tiene novia.. con lo guapo que es... Llegó a aquella espectacular casa y le saludó:
-Hola -Empezó la conversación él con una preciosa sonrisa, cualquiera diría que es ensayada para aquel momento.- ¿Querías algo?
- Hola. Sí. Nos acabamos de mudar y no sabemos donde están las cosas.. ¿Me podrías decir un centro comercial?
-Claro, si quieres te llevo, tengo que ir a por unas cosas.
Entró en la casa y al cabo de unos minutos salió vestido, sacó la moto y le dio un casco:
-Sube, en diez minutos estaremos aquí.
-Muchísimas gracias de verdad.
-Tampoco es para tanto mujer, de todas formas tenía que ir.
 Subió en la moto con cuidado, no quería dañarla. El viento daba de frente contra sus brazos y sus piernas, la sensación de libertad era increíble. En unos pocos minutos llegaron a un pequeño supermercado de por allí cerca. Le acompañó a por el arroz y a por sus cosas. Fueron a pagar y al sacar la cartera, se dio cuenta de que le faltaban unos pocos céntimos. El chico, con toda la amabilidad se los prestó:
-Muchas gracias, te prometo que te los devolveré sin falta.
-¡QUE DICES! Si solo son unos céntimos. De nada. Olvídalos.
-¿Seguro..? Da igual te los devolveré.
-Cabezona.
-Un poco.
-Venga vamos que te reñirán.
Salieron del supermercado y, tras repetir el proceso de la moto, llegaron a casa:
-Muchas gracias… ehm…¿Cómo te llamas?
-Pablo. ¿Y tú?
-Sabrina. Pero llámame Tabby.
-Bonito nombre.
-Gracias, el tuyo también es bonito.
-No lo creo. Pero sí a ti te gusta, te lo cambio.
-Esta bien. A partir de ahora me puedes llamar Pablo. Encantada
Le entregó la mano de manera de saludo y a la vez de burla, totalmente divertida.
-No me vaciles. Que Sabrina es más bonito.
-No creo. Bueno gracias ‘’Sabrina’’ por llevarme y ayudarme a comprarlo.
-De nada. Cualquier cosa ya sabes, llámame, ‘’Pablo’’.
Le dio dos besos y se fue a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba feliz, el chico era muy agradable, más de lo que a simple vista parecía. Entró en la cocina a pasa suave, como si flotase en una nube de la cual no caerá. 
-Ten papa, el arroz más barato que había.
-¿Estará bueno?
-Yo que sé. Compruébalo.
-Eso haré tranquila.
-Me voy a ver la televisión un rato.
-No te duermas.
-¡Que no tengo 5 años!
-Lo sé hija, pero te sigues durmiendo.
-Eso no es verdad...
Se fue al sofá a ver la televisión. Aún era pronto y estaban haciendo ‘’La ruleta de la suerte’’, un programa que, bueno, no es de sus favoritos pero lo tolera. 


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